La proposición ha salido del PSOE, pero podría haberla alumbrado cualquier otro grupo parlamentario del Congreso, comprometidos como están nuestros representantes todos en la misión de solventar los problemas más perentorios: se trata de elaborar un código de buenas prácticas para regular la emisión de mensajes de móvil enviados por los telespectadores, de modo que se eviten tanto las faltas de respeto, injurias y calumnias como la ortografía alienígena que se extiende cual gangrena galopante a través de los pulgares de la ciudadanía.
Si la cosa prospera, nos podemos ir despidiendo de lecturas tan enternecedoras como “eres 1 zrda y 1 puton berbnero y lo q l as echo a garbancito s d ser kbrona. 1 beso t kiero puri”. ¿No se dan cuenta que, en tanto se inventa el mando a distancia que incluya un botón para hacer estallar la cabeza de la mala del culebrón, esto de los SMS es uno de los pocos alicientes que ofrece la tele al espectador con inquietudes? ¿Qué quieren, que la gente no pueda insultar anónimamente a la hermana de la modelo que se tiró al que le ajusta el paquete al torero antes de salir a la plaza? ¿Qué buscan, ciudadanos insatisfechos que se inquieten por la privatización de la enseñanza en lugar de echar el día apoltronados en el sofá mandando mensajitos? Y lo peor de todo… ¡que escriban sin faltas de ortografía!
Desde nuestra tribuna rogamos a los diputados que recapaciten y vuelvan a la cordura. Es más: nos gustaría que se extendiera la sana costumbre de incluir SMS en todo tipo de retransmisiones, como en los ejemplos que siguen.
Al filo de lo imposible
Negro sobre blanco
El peliculón
Pueblo de Dios
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