La Semana de Pasión obra milagros. El aporrear de los tambores y el olor a pipas y papas asadas destapan los sentimientos más profundos, enciende las pasiones más ignotas y regurgita los valores ancestrales de cualquier alma sensible.
P. R. Corman, nuestro irreverendo invitado de hoy, es la muestra palpable de uno de esos milagros. Antes de Semana Santa, P. R. Corman –oculto bajo otro nombre– no era más que un afamado dibujante de tebeos preocupado por el éxito y el dinero, un mercenario de la tinta china entregado al devenir del mercado y las cifras de ventas.
Antes de Semana Santa, el hombre que no era P. R. Corman sólo creía en el Marsupilami y la coleta de Obélix, sólo le tenía respeto a la plumilla de Giraud y los pelos del pincel de Franquin.
Pero llegó la Semana Santa, y el mercenario, el artista de éxito, el hombre que no era P.R. Corman, se transformó en P.R. Corman.
Estremecido por el fervor religioso de las masas, quiso borrar su antiguo nombre, quiso entregar su arte a la devoción popular y renunciar a la fama y los beneficios materiales.
Y el muy iluso nos los confió a nosotros.
He aquí el arte nuevo de un hombre nuevo y redimido.
Irreverendos os presenta, en singular exclusiva, el arte religioso de P.R. Corman.
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