Martin Escocerse (monaguillo emérito): Yo pienso de que una persona individual tiene que preservarse pura para el matrimoño, por eso cuando coincido en la parada del bus a Saturno con cualquier rubia en sujetador de lentejuelas recuerdo las sabias palabras del padre Rocco: “Contención, amigo Martin, hay que aprender a contenerse”, como me dijo la vez que le dejé aquel lamparón blanco tan enorme en la sotana.
Sor Juana Inés de la Pus (Hermana de Jesús, el de la carnicería del Carrefour): Yo tengo mucha suerte, porque cada vez que me dan ganas de divorciarme y provocar la hecatombe mundial de la familia cristiana, mi marido me bendice con la santa cruz y se me quitan todas las tonterías. Lo de amenazarme con la escopeta de caza también ayuda.
Ana Du-Duato (tonadillera sorda): Después de repasar por vigésimo octava vez mi colección completa de cintas de Médico de familia comprobé horrorizada que sentía un deseo incomprensible de estrangular a los encantadores hijos del doctor Nacho Martín. Fui corriendo a la catedral y pedí audiencia con el señor obispo. ¿Qué puedo hacer, le pregunté, con estos impulsos blasfemos? Entonces su Eminencia Reverendísima se quitó la mitra y comprendí dónde guardaba, con sublime higiene espiritual, sus pensamientos impuros.
Tomás Morro (ingeniero de buñuelos): En mi casa lo tenemos claro, la familia es lo primero. ¡La familia unida! En estos tiempos de individualismo a ultranza, otros niños están todo el día por ahí, en la calle tomando el aire, o en el colegio aprendiendo ciudadanías, matemáticas y mariconadas peores, pero mi hijo se queda con su familia, como tiene que ser. ¡Y eso que a veces sufre tentaciones y quiere ducharse sólo, o tener derecho a opinar!
Doctor Extraño (rarito con estudios de tercer ciclo): Pues sí, lo confieso, formo parte de un complot mariposón contra la familia. Aunque lo hago sólo porque mola: a veces cuando paseo por la calle, voy lanzando mi rayo sarasa invisible a las familias, por puro capricho. En realidad, si me caso y adopto un hijo me da igual que no nos llamen “familia”, es una palabra tan cutre… preferiría algo como “pandilla chachi”.
Es mas bonito llamar a la familia: “Mi pandilla Chachi”.
Que grande eres, Alejandro… ingeniero de buñuelos.. sublime
A quién voy a engañar: es la profesión que siempre quise tener. Tal vez si hubiera estudiado esa carrera ahora tendría a mi pandilla chachi viviendo a cuerpo de reyes…
Conste en acta: ¡gracias!