Hora es de que lo sepas: ya eres lo bastante mayor.
Los reyes no son los padres. Los padres son los reyes.
Los padres, en realidad, no existen. Los reyes magos y su ejército de clones se pasan el año camuflados como respetables progenitores.
Unas veces es el clon de Gaspar quien tiene que hacer de madre, otras el de Melchor o el de Baltasar. Varía en cada caso. Se afeitan y depilan, se ponen relleno y se operan la entrepierna, se dejan calva o nariz aguileña según convenga.
No te concibieron practicando el coito ni guarradas por el estilo: cogieron una semillita que trajo una abeja, la enviaron a germinar a sus laboratorios de París y luego una cigüeña trajo el producto acabado.
Tú.
Esta noche, sólo esta noche, se zafarán de su disfraz y se echarán a la calle aullando como salvajes, enloquecidos por el resentimiento. Es su única oportunidad después de trescientos cincuenta y cuatro días de cautiverio.
Se armarán de toneladas de caramelos, montarán en sus carrozas del delirio e intentarán descalabrar a tantos niños como puedan con sus dulces proyectiles.
Tenlo en cuenta. Vigílalos, pero guarda una distancia prudencial.
Los padres son los reyes. Aunque sea duro, a tu edad debes conocer la verdad de las cosas.
Y ya hablaremos algún día del ratoncito Pérez.
Menos la operación de entrepierna, todo correcto.
Supongo que ese detalle es opcional.