El alcalde perfecto: un retrato robot

¿Qué narices ve la gente en los alcaldes y en los candidatos a serlo?

(“Las narices que la gente ve son las del alcalde y los candidatos a serlo”, responde el lector agudo).

¿Tanto nos gustan que, cual hacen las quinceañeras sensibles con las fotos blandiporno del último ídolo del rap andalusí, empapelamos la ciudad entera con sus posters?

La última encuesta del CIS (Centro de Irreverencias Sociológicas) ha permitido determinar cuáles son las cualidades que los españoles buscamos en un alcalde:

1. “Que diga las cosas claras“. Los encuestados no quieren oír hablar de macroeconomía ni de índices de protozoificación inalámbrica de la geopolítica cencerrocrática. Nada de palabrotas polisílabas que le hagan pensar a uno que le están llamando capullo en esperanto. ¡Queremos un alcalde que nos llame capullos con un vehemente gruñido racial! ¡Y si es sin vocalizar, mejor!

2. “Que sea campechano y natural“. Para el mitin chaqueta de pana, y para el día después de las elecciones una Armani nuevecita y los ciudadanos ni arrimarse que me la llenan de caspa. Hoy beso niños, mañana les planto antenas radiactivas en la azotea para que les salga un tercer ojo en la frente y puedan ver con más detalle cómo les construyen una urbanización con piscina en el sobaco a resultas del último ligero cambio de coma en el PGOU. El pueblo no quiere candidatos enchaquetados, sino políticos de humanidad clamorosa, que no alcancen a embutir sus senos peludos y sudorosos en el púdico escote de la camiseta de tirantes.

3. “Que tenga sentido del humor“. El político profesional medio es rígido, envarado. Los españoles queremos un alcalde que sepa tomarse a broma a sí mismo y a sus fracasos. Si baja una riada y se derrumba un edificio construido en mitad de una rambla sepultando vivos a todos sus ocupantes,  qué menos que el alcalde se ría con ganas para quitarle hierro al percance.

4. “Que sepa luchar por lo que cree“. Los encuestados echan en falta un componente de ilusión genuina en la arena política, de idealismo incluso. Sobran candidatos que no creen en lo que dicen, que carecen de una utopía por la que luchar. Queremos un alcalde que defienda como un jabato su proyecto ilusionante de cobrar comisiones ilegales y abrirse una cuenta en Suiza.

Partiendo de estos datos, el departamento de planificación social del CIS ha elaborado un retrato robot de lo que podría ser el alcalde perfecto para los españoles, el súmmum de la ingeniería alcaldógena. Contémplelo el lector, recréese la vista ante su magnificencia, adórelo…

Alabado sea.