¿Para qué hemos venido a este mundo? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Existe el alma? ¿Qué ruido hace un árbol al caer sobre el cráneo de un maestro zen, y qué brota de ese cráneo en húmedos cuajarones, materia gris o arroz hervido?
Más allá de todas las incógnitas sin respuesta y de filosofías extramundanas, la doctora Aay ha descubierto una verdad fundamental práctica: si nos lo proponemos, todos podemos atraer el bienestar, la salud y la energía positiva a nuestras vidas. Las personas somos responsables de todo lo que nos ocurre, tanto lo bueno como lo malo. Lo que este maravilloso mensaje de esperanza quiere decir es que los enfermos y moribundos se merecen todo lo que les pase porque se lo han buscado ellos y nos ahorraríamos tiempo y molestias exterminándolos, pero de buen rollo.
Nos explican cómo sanar la vida… pero no nos explican qué hay que hacer para penetrar a la de la portada del libro.
¿La de la portada del librejo es la doctora Aay, o un reclamo?
Bueno, a juzgar por la mitad del cuerpo de la buena señora que nos dejan ver en la portada, no me extrañaría que su mitad inferior, fuera de nuestra vista, estuviese entretenida en gozosas actividades en la línea que apunta Comolavida.